Otro ciclo.

Agresores en cuatro y en dos patas.
Agresores de intelecto amplio pero de corazón temeroso.
Lluvia, noche, una larga caminata de la mano de la Luna, en la otra como elefantes vienen aquellos sin nombre pero con poder y de fondo la armoniosa desespeanza guiando a través del laberinto surreal de la autocompasión.
Aprender de los errores o seguirse refugiando en ellos?
Ir por ahí con el corazón abierto y los ojos cerrados parece no ser tan buena idea cuando transitas por el callejón de las espinas. Amar es tan fácil, y aún así no es algo que todos estén preparados para hacer. Vivir es algo natural, y aún así no es algo que todos estén dispuestos a sufrir.
Siempre hay un escape. A veces es temporal, a veces es el final. Como el niño que corre sin rumbo tras haber roto el jarrón de mamá. Tarde o temprano le darán alcance las consecuencias a menos que dé el salto a la libertad, el salto al País de Nunca Jamás donde todos son niños por siempre; pero esa eternidad, como cualquier cosa, tiene también un final, pasando de evocar ternura a provocar lástima y un poco de asco.
Sensible, sentimental, sensitivo o sensorial; empático, receptivo o imbécil. Frágil, frágil, frágil.
Fácil decir que es la última, fácil pensar en claudicar. La verdad es que sumamos simplemente una piedra más al muro. Sin puertas, ventanas o chimeneas humeantes. El final lo conocemos ya, pero eso no importa mientras podamos seguir soñando y engañándonos. Mientras el muro no esté totalmente erigido, mientras que no se caiga sobre nosotros conservaremos en el ático la vela de la falsa ilusión. Para qué ir al templo, si en casa tenemos tantas falacias qué creer.
Cómo duele descubrir ya tarde que adornamos en exceso nuestro arbolito y ahora se incendia sin remedio. No queda más que contemplar cómo se extingue o extiende, pues las fuerzas se han ido hace algún tiempo. Pasivo, incapaz. Cobarde, cansado.
Mañana saldrá el Sol y nos permitirá ver con claridad la basura en que hemos convertido algo que pudo haber sido más bello y poderoso que él mismo.
Agresores de intelecto amplio y corazón temeroso; masoquistas desangrados en el callejón de las espinas.

1 comment:

Anonymous said...

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