Odio.

Sí, el sentimiento opuesto al amor es en realidad la indiferencia. Pero hay veces en que quisieras con todas tus fuerzas que la mierda que se te embarra a lo largo del día, a lo largo de la semana se le metiera por la nariz a una persona o a todas. Qué pinche necesidad de andar por ahí con tu cara de estúpido sonriendo a medio mundo cuando a la gente no le importas un carajo? Sólo tratan de contagiarte con su amargura, con su apatía y su negatividad. Y a veces lo logran. Qué sucede entonces? Tratas no sólo de que lo lamenten, sino también de que lo lamenten aquellos que no tienen la más mínima culpa. Es algo tan cruel y se siente tan bien. Al menos en ese momento.
El día menos pensado te levantas en el lado oscuro de la Luna y es difícil contener las ganas de gritarle a alguien en la cara, de romper uno o dos huesos, saciar tu sed con sangre ajena y alimentar tu ego con el sufrimiento y miseria de otros. Sólo para variar.
Cuando haces bien las cosas todo está tranquilo, en calma y fluye como el viento de otoño. Pero ni se te ocurra siquiera hacer algo mal, por que tendrás a todo el rebaño haciéndotelo ver, esforzándose en tatuar legible para cualquiera ese fallo en tu testículo izquierdo, atascándose en tus equivocaciones como si fueran sus logros, como lo harías tú en su lugar si fueras como ellos. No aún, pero hay que darles un poco de tiempo. Paciencia, hijo mío, falta un día menos para la horca.
Para qué amar? Para que esperar la aceptación y felicitaciones de otros, cuando puedes robarte la chispa que las genera? Con esfuerzo y dedicación uno puede construir un edificio que llegue al mismo cielo, pero con tan sólo un dedo y una fuerte carcajada mientras vomitas ratas puedes derribar el del vecino.
Es divertido, verdad? Ver a los demás hundiéndose en un charco de lodo mientras tú lo rodeas impecable con tu elegante traje de sadismo, aunque eso implique volver siempre al mismo lugar. Pobres idiotas, tratando de salir... Darles una mano? Por qué?! Si puedo arrojarles algunas piedras a la cara!
Ah! De nuevo estos mojigatos con sus mariconadas. Por que no van a joder a otro? Por que han de llegar con sus ropas limpias, sus buenos deseos y las mentiras que sólo ellos creen a sacarme de mi amargura? Es tan cómodo, oscuro y húmedo akí dentro... Como un útero, pero frío y con telarañas haciendo de placenta. La puerta en la cara, la incredulidad en sus rostros. Vale la pena cada vez, aun si al dar la vuelta la habitación sigue vacía.
Pero qué tarde es ya! Aún tengo sed, pero si no descanso ahora no tendré fuerzas mañana para fastidiar a otros, para arrastrar a otros a la mierda que me cobija; hay muchas sonrisas que voltear el día de mañana. Por que si no puedo yo, tampoco ellos podrán. Dulces sueños, ojalá se ahoguen mientras duermen.

1 comment:

SimioCósmico said...

Qué pena, que el odio me haya hecho escribir más que el amor. Da en qué pensar.